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martes, 13 de julio de 2010

La Montaña Rusa.


Bienvenidos al Parque y Zona de Diversiones Moli. Esta vez no hablaremos de un lugar lleno de júbilo, gente miedosa, vomitrones andantes y éxtasis. No hay atracción mecánica que se parezca tanto a mi forma de vida. Sólo la montaña rusa. Rusa porque vienen de la estación invernal, en la cual los toboganes daban pie para muchos trineos de madera deslizables pasaran sobre sus cuestas. Pues bien, hay dos cosas aquí que me unen a la antigua tradición rusa. La primera, el frío invernal con el que trasncurren últimamente. La falta del astro rey, sol, me hace daño y está comprobado que el síndrome de invierno tiene profundas repercusiones en mi estado anímico. Odio por eso el color gris, porque no quiere decir ni lo uno ni lo otro. Porque quiso ser negro pero se quedo en el camino, porque quiso ser blanco y no le alcanzó. Ese frio de montaña rusa que me hace ir cuesta abajo casi cada día por algunas horas.
Pero como yo no soy de principios del Siglo XX, a mí me tocaron otras montañas rusas, pero no como esa cosa de la ciudad de hierro con peligro de infección tetánica debido a su alta cantidad de óxido, sino como las que uno ve en televisión y dice... ''Uff, qué bacano''. La vida me privilegió podiendo vivir algo así y creo que me monté en una que quiso resumir completamente el sube y baja de mis días. Se llama 'The Wild Thing' (La cosa salvaje) Ojalá así se salvaje fuera mi vida, llena de sacudones fuertes, que la mayoría de veces no son para bien. Una que simula el drama en el que se enmarcan todos mis días, cada jornada. Tal vez la decisión que tomé de vivir mi vida con cada pensamiento me está pasando una factura que no resulta ser barata.
Recuerdo claramente cuando el profesor de Trigonometría nos decía sobre los ángulos de depresión... los que miraban hacia abajo... Claro, ¿qué otra explicación podrían estos tener? Por qué siempre mirar para abajo, probablemente la decisión que he tomado no ha sido la cobarde pero sí la temerosa. Miro para abajo para asegurarme de que no habrá una piedra en el suelo que me haga caer, pero sí hay alguna probabilidad de que me dé de frente con algo, en mi cabeza, donde más me duele. Sin duda alguna, me acerco más a la pasión de la tristeza que a andar rápido y eficientemente, como lo hacen los otros. Otros me dicen y me preguntan que por qué le doy tanta importancia y trascendencia a los actos de terceros. Pues bien, la respuesta es esta: No lo sé, es mi subconsciente que lo quiere saber todo. Que es grosero, 'greedy', apasionado y siempre preocupado. Que no puede dejar de imaginarse hipótesis y empezar a trabajar en problemáticas completamente falsas y que probablemente jamás pasarán y cuando lo hagan, las soluciones pensadas con anterioridad serán completamente obsoletas.
Aunque no sé absolutamente nada sobre gastronomía, sé que cuando uno le pone muchos condimentos a un alimento se daña, y si no lo aparenta, al comerlo, hace muchísimo daño digestivo. Pues eso es lo que a veces pasa con mi vida, creo que le estoy poniendo muchos detalles para algo que sólo necesita dos ingredientes, felicidad y bienestar. Lo malo es que conseguirles resulta más bien difíciles.
En fin... seguira la vida y vuelvo...

Feliz Vida.
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