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domingo, 7 de agosto de 2011

** Columna La Patria** 


Jugando con fuego

2011-08-04 00
Luis F. Molina*- Twitter: @luisfmolina
Durante las recientes dos semanas las únicas noticias que vienen desde el norte del continente tienen que ver con el tope de la deuda de los Estados Unidos. Monotemáticamente, los medios del mundo se ciñeron a los cambios de última hora provocados por demócratas y republicanos que no lograban llegar a un consentimiento, debido a sus polarizados ideales económicos.
La deuda de los Estados Unidos es una medición de las obligaciones sostenidas por el Gobierno Federal de ese país. Esta deuda crece o decrece dependiendo del comportamiento del presupuesto de ese país. Los números que se manejan en la tierra del Tío Sam no son pequeños y claramente pueden poner a cualquiera a convertir monedas.
Los números brutos de la deuda indican que ésta ha tenido aumentos significativos desde el año fiscal de 2003, con 500 mil millones de dólares, luego de un billón de dólares en el año fiscal de 2008. Como continuación, en 2009 se adhirieron 1,9 billones de dólares. Todas éstas, con la suma de años anteriores dan como resultado 14.6 billones de dólares, resultando en un cerrado 96.3% del Producto Interno Bruto de los Estados Unidos, que de acuerdo con el Banco Mundial, es el más alto del mundo.
Muchos de estos gastos se han ido en la volatilidad traída por la recesión económica del 2008 y por los costosos estímulos económicos que Washington le radicó a diferentes entidades bancarias estadounidenses para reactivar una alicaída economía. Por estos y muchos más problemas económicos, la compañía norteamericana Standard & Poors ha estado considerando bajar la expectativa económica de ese país a ‘negativa', es decir, que aumenta el riesgo crediticio con el país tratado. Reino Unido fue de los primeros en ser catalogados como tal.
Por ésta y muchas otras razones, se agitaron las mareas políticas de ese país. Nuevamente, los demócratas y republicanos demostraron que están alejados de un gobierno unido, especialmente en temas económicos, considerado como el gran talón de Aquiles del presidente Barack Obama.
Cuando Obama perdió el apoyo que le llegaba desde la presidencia de la Cámara de Representantes, antes liderada por la demócrata Nancy Pelosi, las luchas políticas en ese país han sido a otro precio. El férreo republicano John Boehner, llegó a ese sitio después de liderar la mayoría republicana en el Congreso. Su oposición política a Barack Obama y sus proyectos siempre ha dado de qué hablar, inclusive desde que ambos estaban en el Capitolio estadounidense. El apagón del Gobierno Federal y el nuevo Sistema de Salud han sido los dolores de cabeza más fuertes que Boehner le ha asentado al presidente Obama.
Pero juegan con fuego estos políticos, quienes no están dispuestos a ceder mucho terreno y que también han demostrado que muchas veces su partido e ideal político yuxtapone los intereses de la nación. Inclusive, durante el debate y los roces por el aumento de la deuda pública, Obama en un aparición televisiva anunció que vetaría un plan que dejara por fuera los intereses del Partido Demócrata, movimiento político que alteró aún más el ambiente en el Congreso estadounidense.
La misión de aumentar el límite de la deuda pública recae en el Congreso, pero si sus integrantes no logran acordar, los resultados económicos pueden ser desastrosos no sólo para EE.UU. sino para todo el mundo, en especial, las economías emergentes. Si el Congreso falla en esta tarea, el Gobierno tendría que parar, limitar o posponer los pagos en un amplio radio de las obligaciones legales incluyendo en éstas la seguridad social, los salarios militares, los intereses de diferentes deudas, en especial la que se tiene con China. Un estado financiero de ‘default' o defecto/suspensión de pagos pondría en entredicho la capacidad y solvencia económica de la potencia de América del Norte.
Si la cesación de pagos hubiera sido realidad, la mayor pesadilla la vivirían las personas que poseen bonos del gobierno de EE.UU. El oro y el petróleo aumentarían desmedidamente, causando un aumento incontenible en la inflación de las economías emergentes como China y Brasil. Los intereses en los préstamos a cortos plazo se dispararían ahuyentando la banca. Las cifras de desempleo en EE.UU. se acrecentarían sin parar y el crédito iría a estancarse a AA luego de estar en AAA. Las compañías necesitarían más dinero de parte de los bancos debido a la caída en sus bonos; causa que también afectaría el desempleo.
Ya con ésta, serán 79 las veces en las que el Congreso habrá aumentado el límite de la deuda pública. Por ello es que el juego peligroso de la política malinterpretada puede costarle al mundo trabajos e inversión. Todo porque Obama gasta demasiado y aumenta el déficit cada vez y más y la otra porque Boehner no quiere seguir endeudando las futuras generaciones de estadounidenses y lo defenderá a capa y espada.
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