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sábado, 10 de julio de 2010

Después de Junio 20 de 2009 (Parte I)


¿Cómo comenzar esta entrada? Pues bien, será fácil. Daré un poco de referencia. Durante mis últimos días en Estados Unidos como estudiante festejé como nadie e hice vueltos a algunas partes que jamás pensé hacer. Aquí hay uno. Ese 20 de Junio era el día en el cual los tiquetes de regreso a Colombia tenían su fecha. Recuerdo bien que salía del hermoso Minneapolis/St. Paul Int’l Airport a las 12:10 m… en fin. Me despedí de mi amadísimo Estado de Minnesota. Allí, creo, he tenido las mejores experiencias de mi vida… conocí de la gente más excepcional y fui feliz haciendo lo que me gustaba. En fin…
Llegué con los cachos puestos… pero no esos (malpensado), sino los de los Minnesota Vikings.
Como buena aerolínea, Delta, retrasó el vuelo por problemas en el aparato eléctrico del avión. Había que esperar tres horas más, y decidí llamar por primera vez en mi vida desde un teléfono monedero. Creo que pagué 75 centavos por dos minutos de conexión a la casa de mi abuela, porque mis padres viajaban a Bogotá a recogerme… Recuerdo que quien me contestó la llamada fue mi tía Lilia muy exaltada. Le encomendé que llamara a mi madre y le comunicara que el vuelo tenía un retraso largo. Me dijo que lo haría con todo gusto y que me cuidara mucho y que por fin podía decir después de mucho tiempo “Mañana nos vemos”.
Creo que tuve un golpe de suerte gigante.
De esos que sólo pasan una vez en la vida y que cuando uno está bien y le dan más. Qué día. Me llamó la señora del Gate Desk para cerciorarse de que yo era un menor de edad viajando solo y que eso no le parecía bueno a ella. Aseguró que me iba a cambiar de puesto en el avión y así fue, me envió a los puestos de Primera Clase del avión y me tomó todo lo necesario para el viaje, hasta me comentó que una ‘aeromoza’ llamada Rachel estaría pendiente de mí en todo el viaje. Pedí la ventana y salí de los Estados Unidos como a las ocho de la noche con un sol intolerable después de haber esperado en la fila de aviones como 35 minutos.
Llegué a Colombia pasada la media noche y mis padres y mi tía Inés junto a Doña Gloria aguardaban por mí. Después de un pequeño percance con mi computadora logré salir y abrazar como nunca a mis padres. Era bueno estar con ellos de vuelta y sentir la felicidad de mi madre. ¡Qué alegría!
En fin, llegué a mi ciudad Manizales en el vuelo de las 11 am. Creo que hacía mucho no sonreía tanto como lo hice en ElDorado. Era feliz. Simplemente, feliz. Desde E.U.A. le había dicho a mi mejor amigo de toda la vida, Santiago, que fuera al aeropuerto a recibirme y él me dijo que no. Supuse que tenía cosas que hacer y lo acepté sin ningún problema alguno. Aterricé en Manizales en un día soleado, domingo 21 de Junio de 2009. No quise mirar a la parte superior de la terminal aérea porque no quería… no sé por qué tomé esa situación. Muy pedantemente seguí por la parte de abajo.
La primera sorpresa del día la tuve abajo… estaba un tipo que manejaba maletas que acostumbraba a molestar a mi mejor amigo en el colegio. Estoy seguro de que se acordaba de mi cara, y me dijo que si me llevaba las maletas, pues ¡no! –Yo puedo solo. -Dije
Pasé los 90 grados y miré hacia la izquierda donde me aguardaban las personas que más quiero en todo el mundo; bueno; la mayoría. Sorpresivamente estaba Santiago con su cámara para apresarme de la mejor forma en el mundo. ¡Vaya forma de empezar de nuevo! Después, vi a mi hermano, Juan Camilo con su novia, Camila (curioso siempre me ha parecido Camilo y Camila) quien me abrazó como si yo hubiera salido de un secuestro de 9 años (yo no le cobro al Estado) y mi abuela… ¿qué cara de ternura me reflejaba la viejita en ese momento? No lo sé, ciertamente indescriptible.
Después vi a Lilia, se abalanzó sobre mí, lloró, y me mordió el ‘cachete’… en fin. Fui donde Caban a saludarle y a agradecerle haber ido. Saludé a todos aquéllos, creo que una barra de veinte personas fue ese día al aeropuerto La Nubia de Manizales a hacerme un recibimiento. Hubo un almuerzo sorpresa en la casa de mi tía Inés a la cual invitamos a Caban, y fue interesante. Antes, había ido a mi hogar a dejar mis maletas y curiosamente lo primero que hice fue encender el televisor y sintonizar FOX News Channel. En la noche nos ‘emparrandamos’ en la casa de mi abuela y fuimos felices. No faltaba nada.
Continuará…

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