En mi código de estilo, el punto aparte es esencial. No tanto como el punto seguido. Para escribir no hay que ser un doctor, sólo basta con saber de que al menos otra mente leerá el texto. Así sea su súper yo. Cuando publico entradas en el blog, siento la necesidad de pulir lo más dramáticamente posible las letras que tengo, pero no lo hago; causa: se me van las ideas. Mi momento en el blog no tiene una estructura determinada. Es un incentivo general a mi creatividad. Quiero crear una historia con el desarrollo contínuo de mi mente. Y acepto, no fue un día liviano y estoy 'mamadísimo' (ojalá fuera lo otro) y quiero irme a dormir. Pero tengo un compromiso cada noche con ustedes, mis lectores de escribir algo...
Siempre que un párrafo termina debe dársele final a través de un punto aparte. Para cerrar una idea usamos el punto aparte y comenzamos a escribir otra parte de la historia en la línea siguinte. Todo por hilar de una forma decente y coherente la idea que queremos dar. Y eso pasa en la vida. Damos punto aparte cuando ya se sabe que algo debe finalizar y darle un nuevo aire. Cuando la historia debe cambiar de rumbo, para concluir lo que debe concluirse o simplemente para descubrir con mayor agilidad en la historia detalles que permanecieron escondidos y que pueden sacudir ampliamente el desarrollo de ésta.
No se trague en su vida las comas, porque se ahogará y no encontrará espacio para más. Tampoco se desespere dándole pausas muy seguido porque perderá el ritmo y así también su idea. Lo único es que debe llevar su secuencia y su naturalidad. Nada más. Sepa cerrar.
Todo por hoy.
Feliz Vida. Feliz Martes
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